En plena poda: observo mis rosales.

Este año está resultando especialmente duro el tema de la poda. El factor principal ha sido la mala climatología. Digamos que todo se ha juntado: un mal verano, un otoño mediocre, y un invierno duro, sobre todo a partir de Navidades. Estoy deseando poder terminar del todo, me debe quedar como un 30%, y así poder aplicar algún tratamiento preventivo. Para eso, necesito una tregua sin agua, que parece se dará este fin de semana. El 70% ya podado, ha sido un esfuerzo, porque ha habido que encontrar ratitos en los fines de semana, sumergidos en lluvia y aire. Pero han ido quedando francamente bien (no es por nada ji ji ji).

Me estoy encontrando con bastante trabajo de limpieza: ramas muertas, entrecruzadas. Y he notado que muchos de mis rosales empiezan a ser plenamente adultos, ¡hay que ver lo que han crecido en este último año!.

Sólo he tenido una frustración, y he necesitado husmear en mis fotos para animarme con los híbridos de té de Meilland. Así que ahí arriba está Frédéric Mistral en otoño pasado, y su aroma tan estupendo. También estuve mirando fotos de Leonardo. En fin, necesitaba recordar, para no ponerme a arrancar de manera drástica. Este año ya he eliminado a Charles de Gaulle y a Elle, dos grandísimas decepciones,... no seré quien llore su ausencia. Elle, además, me lo vendieron con virosis,... no le faltaba detalle al pobre.

Es horrible lo feos que son algunos de los arbustos. Horrible. He tenido que cortar de base algunas ramas que se pegaban serpenteando a otras, cual columna salomónica.

Con la clara hegemonía comercial de la casa Meilland en nuestro país, es evidente que en mis inicios de rosera inexperta he comprado muuuuchos rosales de esta casa. También es evidente que hay como cuatro o cinco, incluso seis, que son excelentes rosales. Pero, de verdad os digo, que, con la excepción de Leonardo (que no es híbrido de té) y dos o tres más, el sábado pasado tuve instintos de cortar por lo sano, y eliminar alguno más, aparte de los ya difuntos Elle y Charles de Gaulle. Sería por el cansancio y las agujetas (muuuuchas), o sería porque tenía un mal día (qué va, estaba de lo más feliz jejeje), peeero, dos o tres se libraron de la decapitación final por los pelos.

Esto no es un capricho. Proviene del hecho de que, al podar, es cuando analizamos las diferentes estructuras de los rosales. Es cuando se ve la diferencia entre unos y otros. Los que están bien formados, y los que no lo están. Si añadimos el hecho de que la génesis de estas rosas no resiste precisamente bien la lluvia sobre sus flores, y que hay otros a los que les cae agua y se quedan tan contentos,... entenderéis mi frustración. Con el trabajo que da mantener una pequeña rosaleda, ¿por qué gastar esfuerzos y tiempo si el resultado no es el óptimo?.




"La espina defiende a la rosa, y sólo hiere a aquél que quiera robar el capullo".
Proverbio chino.