Cómo cuidar los rosales ingleses sin cometer errores.



Con los años, han pasado por mis manos unas cincuenta variedades diferentes de rosas inglesas de David Austin, quizás algunas más. Si algo puedo decir de ellas es que son una de las mejores aportaciones que se pueden hacer a un jardín. Pero, solemos cometer dos errores a la hora de cuidarlas:
  1. Pensar que todas las rosas inglesas son una familia uniforme en sí misma, algo que no es cierto, son de diversos orígenes genéticos, de distinto porte y con distinta resistencia. La propia casa, David Austin Roses, trató de clasificarlos hace unos años, y lo hizo en cinco grupos diferentes. Cuando los fieles seguidores ya nos habíamos aprendido el método, retiraron esa clasificación por su poca utilidad. Ahora mismo, debemos entender que cada rosal inglés tiene sus particularidades.
  2. No tener en cuenta que están creadas para un concepto inglés de jardín y para el clima inglés. Esto es clave para quienes las cultivan en clima mediterráneo o continental.
     La pregunta, entonces, sería: ¿qué cuidados específicos debo seguir?, ¿no se cuidan igual que el resto de rosales?. En general, necesitan más atención que otros rosales, y quien os diga lo contrario, os está mintiendo. 



     Voy a tratar de resumir lo que considero más importante para conseguir disfrutar plenamente de estos arbustos tan espectaculares.
  • Una correcta plantación, con todo lo que conlleva respecto a la elección del lugar y a la preparación del suelo. Hay sobrada información al respecto en el blog y es común a todo tipo de rosales.
  • Vigilar atentamente el riego. Durante el primer año, no debemos permitir que se lleguen a secar. Y, si queremos ver floraciones abundantes, hemos de regarlos periódicamente. Esto es clave. También lo es el acolchado.
  • Respetar los tiempos de reposo cuando las temperaturas son muy altas. Un problema que no tienen en Reino Unido, para donde fueron creados, pero que sí tenemos en países de veranos calurosos. Si hace mucho calor, el rosal entra en parada vegetativa y, aunque reguemos y reguemos, observamos que no se mueve. Bien, si este es el caso, el riego debe ser de mantenimiento, y no debemos pasarnos, o llegaremos a afectar a las raíces de manera negativa, originando pudriciones.
  • Una buena aportación de nutrientes: humus de lombriz,  pellets de enmiendas orgánicas, etc..Lo que tengamos más a mano.
  • Una poda no agresiva. Podarlos demasiado puede llegar a matarlos, porque dejarían de brotar con fuerza, en especial si son jóvenes. Esto es muy diferente a lo que sucede con los híbridos de té, que tienen capacidad para rebrotar y sobrevivir a podas francamente radicales. 
  • Si se hace bien todo lo anterior, lo normal es que el crecimiento y la floración sean correctos. Pero, aún así, pueden aparecer hongos. Si estamos en la zona mediterránea, el temido oídio. En la zona atlántica, la mancha negra suele ser el peor problema. La solución a esto es tratar de mejorar las condiciones de cultivo y, si vemos necesario aplicar algún producto fitosanitario, consultar en la agrotienda más cercana el que nos recomiendan. 
  • Observar la variedad concreta, y adaptar todo lo anterior a ella. 
     No olvidemos que la práctica hace al maestro: no hay práctica sin errores y aprendizaje. 
     



"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.

Comentarios

Graciela ha dicho que…
Como siempre maravillosas tus aportaciones.
Muchas gracias 🥰🥰🥰
Cristina ha dicho que…
Gracias a ti!!!.
llosona ha dicho que…
Aunque parezca una cosa tan básica, el punto uno es superimportante. A veces alucimo con lo que muchas personas que empiezan con los rosales, son capaces de hacer o más bien, no hacer: cero preparación, hacen un hueco y allá va... Sea enero y esté helado o agosto y caigan los pájaros. Es estresante no meter baza de verdad.
Anónimo ha dicho que…
Muy buena información.






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