Acompañantes de la Rosa sempervirens

Hace algunas semanas puse una entrada acerca de la Rosa sempervirens. Ahora me quiero centrar en los acompañamientos que, en su propio entorno natural, pude apreciar.

Empecemos con una planta sencilla, agradablemente olorosa, la Viola odorata. Con luz tamizada y al borde del camino, crecen y florecen vigorosamente. En mi casa, a pocos quilómetros, a duras penas prosperan las violetas. Dan mucha hoja y muy poca flor.


En siguiente lugar, los helechos. Son un mundo desconocido para mí. Le agradezco a Joan Bibiloni la ayuda que me dio para identificar estos ejemplares. Podéis sumergiros en el mundo de estas plantas sin flores en su blog.

No pensaba que en mi zona, aparentemente tan árida, pudiera prosperar ninguna clase de helecho. Entre las piedras que conforman los bancales de cultivo abandonados y bajo la sombra del sotobosque mediterráneo, puedo enseñar tres especies de helechos que se dan junto a la R. sempervirens. Como siempre había ido en verano a ese lugar, nunca había reparado en los helechos. En épocas de estiaje, supongo que deben perder el follaje a la espera de que llegue la temporada húmeda.

El helecho de mayor envergadura, aunque tampoco demasiada, y creciendo en una posición más expuesta es el Polypodium cambricum. Aquí , Joan Bibiloni nos aproxima a él.

El Ceterach officinarum parece el más rústico de todos ellos. Lo he visto creciendo incluso a pleno sol. En el blog Jardín Mundani se habla extensamente de él.

El más pequeño de todos ellos, pero el más elegante, el Asplenium trichomanes ssp. quadrivalens. Me parece el más bonito de todos los que encontré por el camino.

Esta misma semana, debajo de unos rosales plantados junto a una pared, con bastante sombra a sus pies, he plantado unos ejemplares de Phyllitis scolopendrium y de Polystichum setiferum. Ya veremos si la combinación, directamente inspirada en la naturaleza, da buenos resultados.



"Una rosa es una rosa es una rosa". Gertrude Stein.